jueves, 15 de julio de 2010

Los Misterios de la vida y de la muerte

En esta entrada les voy a enseñar lo que he aprendido a lo largo de mis conocimientos, esta vez les voy a hablar de los misterios que existen alrededor de la vida y la muerte.


Siempre nos hemos hecho preguntas como estas ¿de dónde viene, para dónde va, cuál es el objeto de la existencia, para qué existimos, por qué existimos? entre muchas otras pero nunca encontramos respuesta; pero ante que responder estas preguntas debemos de conocernos a nosotros desde el interior pues así podremos saber lo que nos depara el futuro.

En nuestro cuerpo físico estan desglozadas partículas que forman lo que somos; el cuerpo físico se resume en distintos tipos y subtipos de energía.. El mismo pensamiento humano es energía; del cerebro salen determinadas ondas que pueden ser registradas sabiamente. Ya sabemos que los científicos miden las ondas mentales con aparatos muy finos y se les cataloga en forma de micro-voltios. Así nuestro organismo se resume en distintos tipos y sub-tipos de energía y al ser esta condenzada se forma lo que esla materia es por eso que debemos cuidar nuestros pensamientos ya que nosotros tenemos el poder de hacer el bien ó mal.Muchas personas dicen pero somos humanos tenemos defectos y sí pero nadie se pone a pensar que esos defectos los debemos eliminar para hacer conciencia así gracias a la conciencia podemos estar despiertos de instante en instante para no comoter errores de los cuales nos arrepentimos después.
Esta energía es llamada cuerpo vital y es la que nos mantiene vivos, si se le sacara definitivamente el Cuerpo Vital a una persona física, y no se le volviese a traer, moriría la persona física,; este cuerpo no es más que la sección superior del cuerpo físico. Algunos consideran el cuerpo físico y el vital comouna unidad y dentro de esa unidad se encuentra lo que llamamos ego que no es más que todos aquellos defectos como la ira, lujuria,pereza, odio, egoísmo yestos a su vez desplazados en otros.

Hay quienes dividen al "yo", en dos: "yo superior", "yo inferior", y quieren que el "yo superior" controle al "yo inferior". No quieren darse cuenta esas gentes, que "sección inferior" y "sección superior" de una misma cosa, son la misma cosa y al final te hacen mal.
La muerte, en sí misma, es una resta de quebrados; terminada la operación matemática, lo único que continúa son los "valores". Estos "valores" son positivos, y negativos también; los hay buenos y los hay malos. La Eternidad se los traga, los devora; en la Luz Astral, los "valores" se atraen y repelen, de acuerdo con las Leyes de la Imantación Universal. Los "valores" son los mismos elementos inhumanos que constituyen el Ego.
La muerte es el regreso al punto original de partida. Un hombre es lo que es su vida; si un hombre no trabaja su propia vida, si no trata de modificarla, obviamente está perdiendo el tiempo miserablemente, porque el hombre no es más que eso: lo que es su vida. Nosotros debemos trabajar nuestra propia vida para poder trascender a un plano superior de conciencia.

La vida es como una película; cuando termina la película, nos la llevamos para la Eternidad; en la Eternidad revivimos nuestra propia vida. Durante los primeros días, el desencarnado suele ver la casa donde murió y hasta habita en ella. Si murió por ejemplo de 80 años de edad, seguirá viendo a sus nietos, sentándose a la mesa, etc., es decir, el Ego estará perfectamente convencido de que todavía está vivo y no hay nada en la vida que logre convencerle de lo contrario. Para el Ego nada ha cambiado, desgraciadamente; él ve la vida como siempre. Sentado por ejemplo, ante la mesa del comedor, pedirá sus alimentos acostumbrados. Obviamente, no lo verán sus "dolientes", pero el subconsciente de sus familiares sí responderá; ese subconsciente pondrá en la mesa los indicados alimentos. Es obvio que no va a poner alimentos físicos, porque eso sería imposible, pero sí pone formas mentales, muy similares a las de los alimentos que el difunto acostumbraba a consumir, puede ver un velorio el desencarnado; jamás supondría que ese velorio tenga algo que ver con él, más bien piensa que tal velorio corresponde a alguien que murió, a otra persona, más nunca creería que correspondería a él. Aun más: si alguien le hiciese tamaña afirmación, él sonreiría escéptico, incrédulo, no aceptaría la afirmación que se le hiciese es por eso que debemos despertar conciencia en este mundo y disolver el ego ya que al final nosotros mismos nos engañamos.

Tiene que revivir en el Mundo Astral, el difunto, toda la existencia que acaba de pasar; pero la revive en una forma tan natural y a través del tiempo, que el difunto, identificado con la misma, de verdad saborea cada una de las edades de la vida que terminó. Si era de 80 años, por ejemplo, por un tiempo estará acariciando a sus nietos, sentándose a la mesa, acostándose en su consabida cama, etc., pero a medida que va pasando el tiempo, él va adaptándose a otras circunstancias de su propia existencia. Pronto se sentirá viviendo la edad de 79 años, o de los 77, o de los 60, etc., y si vivió en otra casa, a la edad de los 60 años, pues se verá viviendo en aquella otra casa y dirá lo mismo que dijo, y hasta su aspecto psicológico asumirá el aspecto que tenía cuando era de 60 años, y si vivió a la edad de 50 años en otra ciudad, pues a esa edad se verá, en esa edad, reviviéndola en esa otra casa y así sucesivamente, a tiempo que su aspecto psicológico, su fisonomía, va transformándose, de acuerdo con la edad que tenga que revivir y cuando llegue el instante, pues, en que haya terminado de revisar su existencia pasada, su vida toda habrá quedado reducida a sumas y restas y operaciones matemáticas; esto es muy útil para la Conciencia.

En estas condiciones, el difunto tendrá prácticamente que presentarse, pues, ante los Tribunales de la Justicia Objetiva o de la Justicia Celestial; tales Tribunales son perfectamente distintos a los de la Justicia Subjetiva o terrenal. En los Tribunales de la Justicia Objetiva solo reina, de verdad, la Ley y la Misericordia.

Después de esto tres caminos se abren ante el difunto: el primero es a los Mundos Superiores, este camino es para gentes que se lo merecen de verdad. Segundo, pues retornar en forma mediata o inmediata a nueva matriz. Tercero, descender a los Mundos Infiernos, hasta la "Muerte Segunda" de que habla el "Apocalipsis" de San Juan y el Evangelio del Cristo.
Obviamente, quienes logran el ascenso a los Mundos Superiores, pasan por una temporada de gran felicidad. Más sucede que aquéllos que suben a los Mundos Superiores, abandonan al Ego temporalmente; en estos casos el Alma o Conciencia o Esencia, o como queramos llamarla, sale dentro de ese calabozo horrible que es el Ego, el "yo", para ascender al famoso "Devachán" de que nos hablaran los indostanes: una región de felicidad inefable en el Mundo de la Mente Superior del Universo. Allí se goza de una auténtica felicidad, allí se encuentran los desencarnados con sus familiares que abandonaron hace tiempo; encuentran, dijéramos, lo que podríamos decir el Alma de ellos.

También encontramos, en el Mundo de las Causas Naturales, a los Señores de la Ley, a los que castigan y premian a los pueblos y a los hombres. Encontramos, en el Mundo de las Causas Naturales, a los verdaderos Hombres, a los Hombres Causales; allí los hallamos, trabajando por la humanidad. Encontramos, en el Mundo de las Causas Naturales, a los "Principados", a los Príncipes de los elementos, a los Príncipes del fuego, del aire, de las aguas y de la tierra.
Quienes viven en esa región, son felices en el sentido más trascendental de la palabra; pero todo premio a la larga se agota, cualquier recompensa tiene un límite y llega el instante, claro está, en que el Alma que ha entrado en el Mundo Causal debe retornar, regresar y descender inevitablemente, para meterse nuevamente dentro del Ego, dentro del "yo" de la psicología experimental. Posteriormente, esa clase de Almas vienen a impregnar el huevo fecundado, para formar un nuevo cuerpo físico; se reincorporan en un nuevo cuerpo físico, vuelven al mundo.

Otro es el camino que aguarda a los que descienden a los Mundos Infiernos. Se trata de gentes que ya cumplieron su tiempo, su ciclo de manifestación, o que fueron demasiado perversas; tales gentes involucionan indubitablemente como ya les expliqué en otras publicaciones sobre el retorno.

El Dante Alighieri nos habla, en su "Divina Comedia", de los nueve círculos dantescos y él ve esos nueve círculos dentro del interior de la Tierra. Nuestros antepasados de Anawak, en la gran Tenochtitlan, hablan claramente del "Miktlan", es la región infernal que ellos también ubican en el interior mismo de nuestro globo terrestre.
A diferencia, pues, de algunas otras sectas o religiones, para nuestros antepasados de Anawak, como hemos visto en sus códices, el paso por el "Miktlan" es obligatorio y lo consideran, sencillamente, como un mundo de probación, donde las Almas son probadas, y si logran pasar por los nueve círculos, incuestionablemente ingresarán al "Eden", o sea, al "Paraíso Terrenal".

Para los sufíes mahometanos, el infierno no es tampoco un lugar de castigo, sino de instrucción para la Conciencia, y de purificación. Para el cristianismo, en todos los rincones del mundo, el infierno es un lugar de castigo y de penas eternas; sin embargo, el Círculo Secreto del cristianismo, la parte oculta de la religión cristiana, es diferente. En la parte oculta de cualquier movimiento cristiano, en la parte íntima o secreta, se encuentra la Gnosis. El Gnosticismo Universal ve el infierno, no como un lugar de penas eternas y sin fin, sino como un lugar de expiación, de purificación y de ilustración a su vez para la Conciencia.
Obviamente, tiene que haber dolor en los Mundos Infiernos, puesto que la vida es terriblemente densa, dentro del interior de la tierra y sobre todo en el noveno círculo, donde está el núcleo, dijéramos, concreto, de una materia terriblemente dura; allí se sufre lo indecible. En todo caso, quienes ingresan a la involución sumergida del Reino Mineral, tarde o temprano deben pasar por eso que se llama, en el Evangelio Crístico, la "Muerte Segunda".
Consideramos que Dios, siendo eternamente justo, no podría cobrarle a nadie más de lo que debe, pues toda culpa, por grave que sea, tiene un precio; pagado su precio, nos parecería absurdo seguir pagando. Aquí mismo en nuestra justicia terrenal, que no es sino una justicia perfectamente subjetiva, vemos que si un preso entra a la cárcel por tal o cual delito, una vez que pagó su delito se le da la boleta de libertad; ni las mismas autoridades terrenales aceptarían que un preso continuara en la cárcel después de haber pagado el delito. Se han dado casos de presos que se acomodan tanto en la prisión, que llegado el día de su salida, no han querido salir; entonces ha habido que sacarlos a la fuerza.

Así pues, toda falta por muy grave que sea tiene un precio. Si los jueces terrenales saben esto, ¿cuánto más no lo sabría la Justicia Divinal? Por muy grave que haya sido el delito, o los delitos que alguien haya cometido, pues tiene su precio; pagado el precio, pues está la boleta de libertad a la orden. Si no fuera así, Dios sería entonces un gran tirano y bien sabemos nosotros que al lado de la Justicia Divina nunca falta la Misericordia.
Así que, la "Muerte Segunda" es el límite del castigo en el infernus dantesco. Cada país, cada religión, cada era o cada cultura, ha sabido de la existencia del infernus y le ha calificado siempre con algún nombre.

La "Muerte Segunda", en sí misma, suele ser muy dolorosa. El Ego siente que se vuelve pedazos, los dedos se caen, y sus brazos, sus piernas. Sufre un desmayo tremendo; momentos después la Esencia, lo que hay de Alma metida dentro del Ego, asume infantil figura; entonces se torna como un Gnomo o Pigmeo, para ingresar en la evolución de los Elementales minerales.
Ahora bien, continuemos con nuestra explicación. Es obvio que quienes han pasado por la "Muerte Segunda" y salen a la superficie del mundo, reinician nuevos procesos evolutivos que indubitablemente, habrán de empezar por el mineral, por la piedra, proseguirán en el vegetal, continuarán en el animal y por último tendrán acceso a la vida humana, se reconquistará el estado humano, o "humanoide" que otro se perdiera.
Muchas de las cosas que aquí se mencionan pues resulta bastante extraño, porque la gente se ha vuelto ahora tan complicada, la mente se ha desviado tanto de las sencillas verdades de la Naturaleza, que es difícil que ya pueda aceptar de buena gana estas cosas. Más bien este tipo de conocimientos los aceptan las gentes simples, sencillas, aquellos que no tienen tantas complicaciones en el intelecto.

Cada planta es el cuerpo físico de un Elemental vegetal; esos Elementales de las plantas, tienen Conciencia, son inteligentes, y hay grandes esoteristas que saben manipularlos o manejarlos a voluntad. Resultan bellísimos; quienes los conocen, pueden por medio de ellos actuar sobre los elementos de la Naturaleza.
Un poco más allá de los Elementales vegetales, tenemos a los Elementales del reino animal. Posteriormente, se reconquista el estado humano que otrora se perdiera. Al llegar a este estadío, se le asignan a los Elementales, a la Esencia, a la Conciencia, al Alma -como ustedes quieran definirla o explicarla- 108 existencias nuevamente para su Auto-Realización Intima. Si durante las 108 existencias nuevas no se consigue la Auto-Realización Intima del Ser, prosigue la rueda de la vida girando y entonces se desciende nuevamente entre las entrañas del reino mineral, con el propósito de eliminar -de la Esencia- los elementos indeseables que en una u otra forma se aderieron a la psiquis, y se repite el mismo proceso. En otra publicación les enseñaré el proceso que se lleva exactamente cuando al morir inmediatamente regresamos al vientre de nuestra madre.

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